Filósofos, periodistas, políticos… una gran cantidad de profesionales se plantean qué es lo que está pasando con las redes sociales. Cada vez más medios de comunicación de los que se suelen denominar «tradicionales» (con las connotaciones que conlleva esa palabra) incluyen en sus contenidos un espacio para «vamos a ver qué opinan los twitteros» «¿y qué es lo que dicen en las redes sociales?».
A veces se habla de las redes sociales como si fueran un ente extraño. Sin embargo, las redes sociales existen desde que las personas nos reunimos en sociedades.
Si hay una cosa básica que tenemos que entender es que Twitter y Facebook son las plataformas, las herramientas. Pero los que estamos detrás somos las personas. Es algo parecido a cuando hablan de los «internautas» como algo extraño, como si fuera una especie en peligro de extinción.
No fue Twitter el que provocó las revueltas del mundo árabe o el movimiento del 15 M. Fueron las personas. Twitter fue esencial porque proporcionó la posibilidad de comunicación instantánea y de transmitir los mensajes al mundo. Lo importante de Twitter o Facebook es que nos permiten contactar con cualquier persona del mundo y conocer qué está sucediendo al isntante. Twitter posibilita que uno desde su casa pueda decir lo que piensa o transmitir lo que está pasando.
Twitter, además, no se deja guiar por la opinión de los grandes medios, las personas escogen de qué tema hablar y se accede a noticias y eventos que interesen.
Ejemplo, alguien incluye la noticia de que los eurodiputados renuncian a la posibilidad de no volar en primera clase. Con la crisis que está cayendo automáticamente el tema #eurodiputadoscaraduras centraliza todos los mensajes de la gente que participa en Twitter. Al día siguiente los partidos dan explicaciones. Pero no ha sido Twitter el que ha hecho eso, han sido las miles de personas que consideraron indignante esa noticia y que se centraron en hablar de ese tema y ejercieron una presión social que traspasó la pantalla. Twitter nos posibilitó el conocer la noticia, el opinar sobre ella y el interaccionar de una manera que no habría sido posible en otro canal que no fuera una red social telemática.
Hace poco hablando con un grupo de amigos de este tema una persona dijo «un niño de 12 años acosaba a sus compañeras de clase por Tuenti» y el comentario sucesivo fue «claro, es que es muy pequeño para utilizar las redes sociales»…. mi respuesta es «señora, lo que es pequeño ese niño es para ser acosador».
El tema de las redes sociales me recuerda a los orígenes de internet cuando en la familia se consideraba como algo malo. Parece que cada día se tiene más claro que internet tiene muchísimas ventajas, que es una herramienta indispensable hoy en día y que lo que hay que hacer es aprender a utilizarlo, que la herramienta no es buena ni mala por sí misma, es el uso que le demos nosotros. Supongo que a las redes sociales, como componentes del ciberespacio les pasará algo parecido.
Lo importante no es bloquearlas en el centro. He visto a alumnos saltarse la prohibición de Tuenti a la torera instalándose programas para desbloquear las redes bloqueadas. Prohibir no es la solución. La solución pasa por formar ciudadanos críticos, la solución pasa por adentrarnos en esas redes. En Tuenti harán muchas cosas, pero doy fe de que esa red social la usan para su ámbito escolar muchísimo, yo estoy en Tuenti con mis alumnos y veo cómo comparten materiales, se preguntan dudas de las prácticas de mates, se organizan para quedar y estudiar juntos… ellos son Tuenti, mejor dicho, nosotros somos Tuenti, Facebook y Twitter, nosotros somos las redes sociales. Como todo, estas herramientas tienen sus cosas buenas y sus cosas malas, son tan grandes las ventajas que es una pena que el miedo a los peligros nos haga cerrar los ojos. Como siempre la educación es la que nos puede echar una mano, hoy más que nunca el uso crítico de las herramientas es imprescindible. Una competencia digital adecuadamente trabajada en la escuela y una identidad digital como elemento imprescindible en nuestro desarrollo personal es necesario. La comunicación traspasa la pantalla por algo evidente, porque somos nosotros los que nos comunicamos.