La semana pasada tuve la oportunidad de ir a Castellón a conocer y trabajar con los compañeros y compañeras del Departament de Pedagogia i Didàctica de les Ciències Socials, la Llengua i la Literatura y hablar un rato con los estudiantes del Doctorado de Educación de la UJI.

Os dejo una de las reflexiones que abordamos y que ha dado pie para crear el post que os incluyo a continuación. También adjunto al final la presentación que utilicé. Fue un placer compartir y aprender con tod@s.

IA EN LA EDUCACIÓN: no caigamos en los errores del pasado

Cuando el INTEF no era aún INTEF y era CNICE, andaba yo trabajando con un grupo multidisciplinar en planes para la formación del profesorado para el uso de tecnologías en la educación. Una de las cosas positivas que destaco de mi corta, pero intensa, época allí (conseguí la beca para la tesis y volví a la UMU), era cómo se abordaba este tema desde la diversidad de enfoques. Los equipos de trabajo estaban compuestos por informáticos, periodistas, pedagogos, maestros, etc. Cada uno aportaba su campo de conocimiento, su perspectiva, su enfoque. Y era muy interesante. Recuerdo en aquella época formarme en algunos lenguajes de programación que desconocía y estar utilizando Dreamweaver para diseñar páginas web. Teníamos varias opciones de formación en estas herramientas, que partían de la idea de alfabetizar a los docentes en el uso de ellas y en propiciar que luego diseñaran estrategias educativas para integrar las TIC.

En mi estancia en la Universidad de Cambridge y la John Moore de Liverpool pude observar cómo esa diversidad de enfoques desde distintas disciplinas era real en grupos de investigación y desarrollo científico. Los equipos los componían docentes, psicólogos, biólogos, matemáticos, informáticos, lingüistas, etc. Se trabajaba sobre Web Semántica desde una perspectiva diversa. Recuerdo participar de reuniones en las que se trabajaba con Protégé y se debatía sobre las soft-ontologies desde visiones técnicas, éticas y educativas.

En la Universidad de Southampton pude participar en la creación de su primer MOOC sobre Web Science (https://www.southampton.ac.uk/research/institutes-centres/web-science-institute) y contemplar este enfoque multidisciplinar desde la docencia. Los campos de investigación de la Web Science abordan el impacto de la web en la sociedad y puedes encontrar temas tan diversos como la música, los océanos, la química o la economía. La formación de los doctorandos incorpora asignaturas muy diversas de ámbitos de estudio diferentes.

Sin embargo, creo que en la práctica, en nuestro país no hemos sabido enriquecernos de la diversidad de enfoques y profesiones cuando hemos abordado cómo integrar las tecnologías en la educación. Creo que tenemos una tradición muy disciplinar especializada en los contenidos de cada área y que algunas tendencias nos han llevado a cometer varios errores.

Es común decir que cuando llegó Internet, y específicamente, la web 2.0. (con los blogs, las wikis, las redes sociales, etc.), se transformó el mundo, pero, ¿se transformó la escuela?, la respuesta sería sí y no. Por un lado, es cierto que se han producido experiencias y movimientos de innovación docente (aulablog, novadors, EABE, etc.). La red ha supuesto un claustro virtual en el que la gente ha podido compartir y sin ella el mundo educativo no sería igual, pero, por otro lado, el papel del docente sigue siendo clave, y todos sabemos que la integración de las tecnologías en las aulas no se está realizando siempre de forma adecuada y ni siquiera es algo generalizado, de hecho, en muchas ocasiones se está haciendo mal, lo que está generando movimientos negacionistas en este sentido. No por el rol del docente, sino en muchas ocasiones, por no haber sabido generar políticas educativas que propicien modelos que permitieran incorporar las herramientas digitales de forma adecuada.

Los errores

Los errores que hemos cometido creo que son diversos y parten de habernos centrado en un único enfoque. Creo que son cuatro errores: uno de ellos fue olvidarnos de toda alfabetización técnica sobre las tecnologías. Es cierto que ya no era necesario trabajar con Dreamweaver para publicar información (porque podíamos hacerlo con un blog), pero entender los lenguajes de las tecnologías, siguiendo la perspectiva de Papert, implica darnos herramientas, estrategias y recursos para poder crear, para entender el papel de la tecnología, para darnos poder ante el mundo de los algoritmos. Este primer error creo que se ha tratado de solventar con el resurgir del pensamiento computacional hace unos años. Su reciente incorporación en el curriculum implica entender que no hemos de dar la espalda a la alfabetización digital en este sentido. Claro, que enfoques y visiones sobre el pensamiento computacional también hay varias (no voy a entrar ahí ahora), pero sí que parten de valorar la importancia de entender cómo funcionan las tecnologías y la alfabetización básica que hay que desarrollar en el sistema educativo en este sentido.

Otro error creo que ha sido justo el contrario, obviar las posibilidades y el escenario que estas herramientas generan, porque nos han permitido comunicarnos, compartir, crear recursos, etc. Han dado la posibilidad de que todos pasemos de ser lectores a actores en el ciberespacio. Obviar la importancia de aprender a hacer un buen uso de las herramientas y desarrollar estrategias adecuadas con las mismas implica que los docentes no puedan tener información básica para plantearse luego la estrategia didáctica más adecuada. En el marco de la pedagogía sabemos que la clave no es solo el cacharreo y que lo interesante es qué hacemos con las herramientas, pero la tecnología no es neutra y hay una parte de usabilidad que hay que abordar cuando el profesorado está recibiendo un auténtico boom de herramientas y no sabe muy bien por dónde empezar.

Conectado con el segundo error, llega el tercero, que ha sido olvidar la parte pedagógica. Porque disponer del conocimiento técnico y saber utilizar las herramientas de manera productiva es interesante, pero si no sabemos cómo integrarlas curricularmente, quedará en el vacío. La llegada de Internet y de todas las herramientas que trajo la web 2.0 nos abrió una ventana de oportunidades, pero había que saber aprovecharlas. Este artículo de Jordi Adell creo que es muy representativo de las posibilidades centradas en la didáctica. El TPACK y otros modelos nos han abierto el camino en este sentido. Solo un conocimiento técnico y un conocimiento disciplinar de la asignatura no conseguirán nada sin la parte didáctica. Y ésta ha sido la gran olvidada en muchas de las propuestas de integrar las tecnologías en las escuelas.

El cuarto error es haber entrado en un bucle de aplicación de la tecnología sin reflexión ética. La IA la ha puesto encima de la mesa pero es algo que se debería haber abordado hace mucho tiempo. En los últimos años se está hablando del poder de los algoritmos en nuestra toma de decisiones y la sociedad polarizada en la que vivimos. Debemos plantearnos, por ejemplo, qué plataformas utilizamos en nuestras instituciones públicas y por qué algunas iniciativas educativas de software libre en la educación de los 90 y principios de los 2000 han caído en el olvido ante el poder de las grandes tecnológicas.

De forma general, creo que con la IA se nos presenta algo parecido (o un paso más) en relación con lo que supuso la llegada de Internet y la web 2.0. La IA no es nueva, pero no podemos obviar el punto de inflexión que supone la llegada de la IA generativa en la educación, por el cuestionamiento de inercias muy asentadas en la escuela. Esta situación puede ser una oportunidad para no caer en los cuatro errores del pasado en el marco de la IA en la escuela. El primero sería obviar la alfabetización sobre IA, es decir, conocer las bases, cómo funciona, etc. Hay iniciativas que llevan mucho tiempo compartiendo recursos muy valiosos y trabajando en ello, y que acerca el entendimiento de cómo funcionan estos sistemas a las escuelas. Tener este conocimiento es importante para tomar luego decisiones adecuadas en relación al uso de la tecnología.

El segundo error creo que sería obviar el potencial de la IA generativa. Está claro que es solo una pequeña parte del mundo de la IA (y que hay mucho hype), pero existen aplicaciones que permiten hacer a los docentes cosas de otra manera, al igual que los blogs nos daban la posibilidad de publicar y compartir de otra manera. Hay proyectos muy creativos que parten del uso de estas herramientas y hay tal boom actualmente, que como pasaba en la web 2.0, los docentes necesitan ayuda para conocer cómo utilizar estas herramientas, ya que inciden directamente en cosas como el diseño de recursos didácticos o nuevas estrategias para el análisis de datos en el ámbito científico.

El tercer error sería no contemplar la parte pedagógica, tanto para ver cómo podemos diseñar tareas de alfabetización digital de estas herramientas, como en plantear qué estrategias podemos plantear los docentes. Esto también implica replantearnos los modelos de evaluación y los enfoques de trabajo, así como revisar el enfoque metodológico, el planteamiento de las tareas, etc. Un estudio llevado a cabo por Celik y su equipo en 2022, indicó que, hasta ahora, el rol que ha tenido el profesorado en las investigaciones sobre IA en educación ha sido sirviendo como modelos para el entrenamiento de la IA, proporcionar orientación pedagógica para seleccionar materiales para sistemas de IA, mejorar los algoritmos con la información propiciada o alimentando los sistemas de IA con datos sobre su desarrollo profesional. Bulathwela et al (2021) y Zawacki-Ritcher et al (2019) consideran que el colectivo educativo no ha tenido un papel activo en el mundo de la IA, encontrando incluso que algunas perspectivas de investigación han partido básicamente de ver como generar sistemas que pudieran reemplazar a los docentes. Todo esto pasa por plantearnos, también, cómo se ha abordado hasta ahora el desarrollo de la competencia digital docente y si hemos tenido en cuenta realmente todas las dimensiones de la misma.

Sobre el cuarto error, la ética, que ya hemos dicho que debería estar presente, cobra una nueva dimensión por todo lo que implica el entrenamiento y uso de datos de estas herramientas (y no solo eso, como recoge la UNESCO hay muchos factores que tenemos que tener en cuenta.
En una mesa redonda en la que participé en mi universidad en junio sobre la IA, Manuel Fernández, delegado de la protección de datos de la UMU, hablaba de que consideraba que, con la IA, la era de la privacidad no ha muerto, sino que se abre un nuevo paradigma para trabajar en establecer un nuevo modelo más ético para todos.

Las posibilidades

Creo que esta visión responde a una estrategia que puede resultar interesante, y es la de tratar de ver este hype (porque lo hay) como una oportunidad. Una oportunidad para replantearnos la ética y reivindicar políticas públicas éticas y guiadas por la investigación. Una oportunidad para hacer ver la importancia de entender las máquinas y cómo funcionan. Una oportunidad para darse cuenta de que hay que cambiar el modelo de deberes. Una oportunidad para plantearnos el modelo pedagógico subyacente. Una oportunidad, básicamente, para no caer en los errores del pasado.

Los errores planteados responden a cuatro aspectos, cuatro patas de una mesa. Los cuatro creo que son importantes y que hay que abordarlos. Y creo que habría que hacerlo desde un enfoque multidisciplinar, como comentaba al principio. Si obviamos uno de ellos se nos quedaría la mesa coja, y si nos centramos en uno solo, haría que fuera inviable que la mesa se tuviera en pie. Por eso confío plenamente en la visión multidisciplinar. En SIMO pude conocer a David Pastor (Vico) que hablaba de la importancia de la filosofía en este panorama que se nos plantea, en el que, inevitablemente, tenemos que construir entre todos desde distintas visiones para generar una sociedad y una escuela mejor para las generaciones que vienen.

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