El anteproyecto de Ley Orgánica para entornos digitales seguros: un sí, con muchos peros.

Leído con más calma el anteproyecto de ley orgánica para entornos digitales seguros y saludables para los menores, este es mi análisis.

Os hago spoiler del final: interesante pero no suficiente (hasta ahora).👇

Me parece adecuado que en la introducción reconozca que el entorno digital es un espacio digital para el desarrollo de los jóvenes. Punto para el gobierno por partir de una realidad que muchos niegan o esconden tras pánicos morales. Bien también por elaborar una estrategia nacional sobre protección a la infancia, campañas de sensibilización, etc.

Por lo tanto, tiene cosas interesantes, sí

Vamos ahora al «sí, pero…»

Primer «sí, pero…»

– Los fabricantes tendrán que incorporar sistemas de control parental. Sí, pero el control parental por sí mismo no evitará los riesgos de las redes si no formamos ni acompañamos. Resolver con tecnología problemas comportamentales no es posible.

Segundo «sí, pero…»

– Educación en ciudadanía digital y mediática. Sí, pero es que ya está en el curriculum. La competencia digital desde 2006 y la LOMLOE incluye aspectos como el ciberacoso, el uso adecuado de dispositivos digitales o las fake news, por lo tanto quizás la clave sea analizar cómo se está abordando esta formación, si los docentes y centros tienen tiempo y recursos para formarse y abordar en condiciones este asunto y si la cosa realmente va más allá de una charla aislada sobre seguridad en Internet.

Tercer «sí, pero…»

– En el ámbito sanitario (se ha indicado que desde pediatría) detección precoz de patologías asociadas al uso de dispositivos. Teniendo en cuenta que no hay consenso sobre la adicción a la tecnología en general (la OMS reconoce los videojuegos de una manera concreta) me parece algo arriesgado medicalizar este aspecto. En todo caso, la detección de posibles conductas inapropiadas es interesante, pero, ¿después qué?, ¿qué protocolos o servicios se ponen en marcha?, ¿irán por la vía sanitaria, educativa?, ¿ambas?, ¿se reforzará la orientación en primaria y secundaria (que tan mal está en nuestro sistema educativo? ¿se formará a las familias?.

En este sentido, antes de seguir poniendo «peros», vamos con algunos sí, que no los tienen (de momento). 😜

Por ejemplo, me interesa más la parte de regular el acceso de las personas menores de edad a mecanismos aleatorios de recompensa en videojuegos, donde sí hay más consenso sobre los riesgos que conlleva. También es interesante que se obligue a los influencers a avisar del tipo de contenido que se está difundiendo. En cierto modo, disponer de esa información puede promover que las familias se acostumbren a revisar los videos que ven sus hij@s. La adaptación del marco legal para encajar mejor delitos en red también es interesante, como recoger los deepfakes pornográficos.

Y ahora, vamos con el último «sí, pero…» que es muy representativo y resume un poco mi visión sobre la propuesta.

Último «sí, pero….»

Elevar a 16 años la edad mínima para dar consentimiento de datos personales es un sí como una casa, pero, actualmente lo tenemos en 14 años y esto no impide que niñ@s menores estén en las redes, con perfiles falsos o incluso con el permiso de sus familias. En última instancia, sigue recayendo mucho peso sobre las familias. Y para que las familias puedan acompañar se necesitan políticas de conciliación y propuestas de alfabetización ciudadana que lleguen a los hogares.

El marco regulatorio que se plantea tiene muchos síes. Nadie niega la importancia de regular cuestiones que se mencionan, pero se necesita una auténtica inversión real y específica para centros y para las familias.

Y como cualquiera es ministro en su casa, aquí van algunas ideas:

  • Gestionar cauces (asociaciones de vecinos, de mujeres, AMPAS…) que permitan que llegue formación directamente a las familias sobre el uso seguro de dispositivos digitales. Necesitamos urgentemente unas misiones pedagógicas sobre educación digital para la ciudadanía. Nos centramos en los menores por los riesgos que conlleva para este colectivo, pero es una necesidad urgente como ciudadanos de este siglo. El mal uso de los dispositivos lo hacemos también los adultos.
  • Revisar el proceso de acreditación de la Competencia Digital Docente de España y los planes digitales de centro. Rascar y sacar a la luz experiencias buenas y las no tan buenas en las que estamos gastando mucho dinero.
  • Aumentar la ratio de orientadores en Primaria y Secundaria para que puedan diagnosticar, intervenir y acompañar al profesorado en la educación digital.
  • Invertir en reforzar la figura de Educadores Sociales y Pedagog@s como profesionales capacitados para la gestión y apoyo de procesos de educación social e intervención comunitaria.
  • Diseñar un plan para la integración del pensamiento computacional en los centros educativos, de acuerdo a la normativa establecida, y proporcionar los recursos necesarios para que se pueda llevar a cabo (tanto técnicos como pedagógicos), de tal manera que se aborde el uso de la tecnología no solo como meros receptores de la misma. Entender el lenguaje de la tecnología nos permite ejercer mejor nuestros derechos y deberes como ciudadan@s digitales.
  • Reducir la ratio para disponer en las aulas de más tiempo y recursos para poder aplicar un cambio metodológico de envergadura que aborde un uso adecuado de las tecnologías (que no es meter un libro de texto en un chromebook), y que implica que los centros necesitan mucho más apoyo del que reciben.
  • Sería importante generar algún mecanismo social de conciliación que permita a las familias poder formarse y ejercer su papel como padres/madres. En muchos casos, el horario laboral les impide poder participar en las actividades del centro y poder acompañar a sus hij@s en condiciones.
  • Crear un listado de aplicaciones que sean adecuadas en relación a la protección de datos y la seguridad de los menores. Como este manual realizado por el INTEF.
  • Crear un «etiquetado» de herramientas digitales (al menos las más conocidas) que ayude a las familias y los jóvenes (y un poco a tod@s) a entender de manera más rápida las implicaciones de los términos y condiciones que implica utilizar determinadas herramientas.
  • Crear un repositorio de buenas prácticas con licencia libre en el uso de las tecnologías en el aula para todas las etapas educativas y diferentes asignaturas que incorporen las tecnología de forma adecuada y segura y que sirvan ayuda al colectivo docente.
  • Promover que las plataformas educativas institucionales sean de software libre. Se han abandonado muchas de las plataformas y propuestas de software libre en la educación en pro de contratos con multinacionales tecnológicas. En este sentido, es necesario recuperar las iniciativas educativas que existieron a finales de los 90 y principios del siglo XXI.
  • Y por supuesto, educar, educar y educar, no desde el sensacionalismo y el pánico moral, sino desde la responsabilidad colectiva de una ciudadanía que vive en un mundo digital que nos presenta retos, pero también innumerables oportunidades.

Habrá que esperar a ver la propuesta completa y las conclusiones de los grupos de trabajo, para ver si, con suerte, los «sí, pero» se pueden convertir en «sí, y además».


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