Una reflexión sobre la investigación educativa
Existe un debate en las últimas semanas muy interesante sobre la educación basada en la evidencia, el paradigma cuantitativo, la causa-efecto, la investigación cualitativa, etc. Como todo en redes, es difícil analizar una cuestión compleja en pocos tuits. Voy a tratar de hacer mi aportación personal desde esta entrada de blog.
Espero que el título no confunda, no encontraréis aquí una crítica a una manera de investigar en educación que trata de plantear evidencias. Mi propia tesis abordaba un enfoque metodológico cuasi-experimental. No estoy en contra de los enfoques experimentales. Pero sí estoy en contra del mal uso de los mismos, y de que se investigue solo desde este enfoque considerando que es el único válido, o que se piense que es mejor esa manera de investigar que otra. Estoy encontrando esos mensajes últimamente y me preocupa por las implicaciones que tiene entender que un paradigma o modelo es mejor que otro. Esto ya lo hemos vivido no tuvimos buenos resultados.
Por ello, la evidiencieditis en la educación sería considerar que solo es válida la investigación que ofrece causa-efecto y mediciones claras. ¿Por qué?. Es sencillo, la educación es una ciencia social. Las aulas no son laboratorios. El control de variables es sumamente difícil, e incluso los conceptos que se tratan de medir son cuestionados y enfocados de una manera totalmente personal. ¿Qué es aprender?, alguien desde una perspectiva cognitivista planteará una idea del aprendizaje, alguien desde una perspectiva constructivista planteará otra. Y el diseño del estudio se verá totalmente influenciado por esa visión.
Os pongo un ejemplo, en Tecnología Educativa hubo una época en la que se planteaban estudios de tipo comparativo (en una clase incorporamos un robot y en otra no y vemos en cuál hay mejores resultados). Con el tiempo se fue viendo las limitaciones de este planteamiento. Hay muchas variables que no se pueden controlar y que influyen el aprendizaje: la hora a la que se tiene clase, cuánto haya dormido el estudiante, si acaba de discutir con algún amigo en el recreo, su estado anímico, etc.. y, principalmente, influye la tarea que plantea el docente en torno al uso del robot y cómo la desarrolla en clase y cómo atiende a los imprevistos, que sabemos desde la didáctica que es una de las claves. Por ello, ahora mismo desde la Tecnología Educativa se enfocan la mayor parte de las investigaciones desde enfoques mixtos, en dónde la aportación de lo cualitativo trata de acercar el contexto, los porqués. Los estudios de caso son bastante interesantes y, de hecho, ahora mismo existe un enfoque cercano a la investigación-acción, que es la Investigación Basada en el Diseño, una propuesta innovadora para investigar sobre innovación y educación en dónde el contexto adquiere una importancia fundamental. Si queréis más información sobre los paradigmas y la evolución de la investigación en Tecnología Educativa, escribimos sobre ello MPaz Prendes y yo en este artículo.
¿Debemos plantear, entonces, que la medición es mala o que no es necesario establecer relaciones de causa-efecto? por supuesto que no. El problema es considerar que esta es la única, o la mejor manera de investigar en la educación. En una cuestión tan compleja como la educación, las recetas y los números nos dan seguridad, y por ello socialmente se considera que son más válidos que otros enfoques que se adentran en el contexto. Pero lo de la objetividad-subjetividad es un falso dilema.
En educación no encontraremos la «pastilla» que nos resuelva todos los problemas educativos. Por eso, hay compañeros y compañeras que no hablan de investigación «basada» en la evidencia, sino más bien de investigación «informada» por la evidencia. Estos métodos nos plantean aspectos interesantes, sí, pero que no se nos olvide también que en ellos subyace una manera de ver el mundo y de entender la educación. Nos ofrece una parte de la foto. No podremos ver la foto completa si no abordamos otras visiones y enfoques. Precisamente, lo fascinante de la educación es el acercamiento a la investigación desde distintos paradigmas de investigación, dentro de los cuáles hay múltiples diseños de investigación, y todos son válidos si son correctamente ejecutados.
A nivel educativo, además, investigan diversas disciplinas (psicología, neurociencia, economía…). Y no debemos engañarnos, también hay detrás una manera de entender el proceso de enseñanza-aprendizaje, por ello, la aportación desde diversas disciplinas es la clave. Por ejemplo: encontramos estudios comparativos sobre si es mejor escribir a mano o escribir a ordenador, pero desde la didáctica planteamos que no es una dicotomía, y que en el proceso educativo deben darse ambas. A veces, verlo desde otra perspectiva lo que hace es cambiar el marco de análisis. Aquí hablo más sobre esto.
Lo que sí ha de darse es más transferencia entre lo que se investiga en educación y las políticas públicas y las medidas que se adoptan. El problema es que a veces las instituciones demandan esas recetas, esos números que son más propicios a abordar desde determinados enfoques, y no, en educación no se pueden dar recetas. Lo que se puede es informar para orientar mejor la toma de decisiones, y eso se puede hacer desde la evidencia, pero también desde más sitios.
En todo este debate creo que hay algo que se nos escapa, y es la necesidad de abordar la importancia de formar a los docentes como investigadores, para que entiendan precisamente todo este marco de paradigmas y realidades y puedan tomar las mejores decisiones en su aula.
Así que, huid de la evidiencieditis. La época de los test ya la hemos vivido en la educación. Heredada directamente de EEUU. Parece que hay nueva ola que reclama que esa manera de investigar es la única fiable, útil y valiosa. Y no lo es. Tenemos que empezar a defender la valía de investigar en educación desde diversos paradigmas, y considerar todos como valiosos. En educación investigamos aunque no llevemos bata blanca. Y el conocimiento que generamos es igualmente valioso que el de otras disciplinas.