Ante el anuncio de la Comunidad de Madrid sobre la jornada partida en los nuevos centros, se ha reabierto un debate tradicional en el escenario educativo: ¿jornada partida o continua?. Algunas personas indican que estas decisiones políticas se plantea desde la evidencia científica, pero queridos/as, no hay consenso sobre qué tipo de jornada es la mejor. Por lo tanto, creo interesante reflexionar sobre lo que sabemos y lo que no sabemos sobre la jornada escolar y qué otros intereses puede haber. Me explico un poco mejor.
Como decía, no existe suficiente evidencia, en la investigación educativa, con el que podamos concluir que la jornada partida sea mejor porque mejora el rendimiento. No lo podemos decir con contundencia. Además de la necesidad de seguir investigando, existen algunas aproximaciones que he leído en las que encuentro sesgos al plantear correlaciones que olvidan otras variables (nivel socioeconómico o titularidad, por ejemplo). Hay estudios, por ejemplo, que comparan los resultados de centros de jornada partida y jornada continua que no tienen en cuenta que, en algunas zonas, son los concertados los que tienen jornada partida, y terminamos comparando centros de diferente titularidad, con alumnado muy distinto y en unas condiciones socioeconómicas también muy diferentes. Por lo tanto, hacer mediciones en torno al rendimiento (que suele entenderse en muchos estudios básicamente como «las calificaciones») me parece complejo.
De lo que sí tenemos evidencias es de que, incluso con un mismo examen, dos docentes de un mismo centro pueden calificar de manera totalmente diferente. Por lo que, de nuevo, volvemos a querer reducir el aprendizaje a algo muy controlado, cuando es algo muy complejo. Entiendo que una nota, un número, nos de seguridad, y por supuesto que hay que tenerlo en cuenta, pero tiene que ser desde la diversidad de estudios y de enfoques por donde empecemos a sacar conclusiones para basar la toma de decisiones. Y ahora mismo, no existen, aunque tenemos pistas de algunas cosas interesantes.
En este sentido, existen algunos análisis interesantes sobre el ritmo biológico y la fatiga, que tienen en cuenta las horas más adecuadas para hacer determinadas actividades. Es todo un campo de investigación muy interesante que puede darnos orientaciones, aunque nosotros seguimos empeñados en reducir todo a números, y por eso luego encontramos noticias que nos hablan de que la mejor hora para poner un examen es a las 12. Este tipo de titulares se basan en estudios de tipo cognitivo, interesantes y que hay que tener en consideración, por supuesto, pero que frecuentemente olvidan las cuestiones didácticas, e incluso olvidan que hay más maneras de evaluar, además de un examen.
Hay otros estudios que incluyen aspectos sociológicos interesantes, como el informe de ESADE sobre la jornada escolar. Entre otras cosas, porque aborda cómo incide el tipo de jornada en la desigualdad. Es decir, la jornada partida podría ser mejor en cuestión de justicia social, ya que parece haber evidencias de que este modelo ayuda a familias en riesgo de exclusión social. Al pasar más tiempo en el centro los niños/as están más atendidos. También puede favorecer la conciliación y la igualdad, ya que son las mujeres las que asumen las horas de la tarde para quedarse con sus hijos. No obstante, estando absolutamente de acuerdo en el planteamiento, creo que no termino de coincidir en que la solución sea la jornada partida. En cierto modo, esta es una solución de urgencia que, por supuesto, puede beneficiar a estas familias, pero seguimos manteniendo un problema estructural base, que va más allá de la escuela, y que tenemos que abordar como sociedad. Para mí el planteamiento es una especie de solución intermedia, que tiene que servirnos para plantear otras cuestiones, pero que no soluciona los problemas reales que tenemos y que sabemos que sí que influyen directamente en el éxito escolar (pobreza, exclusión social, etc.) . Lo mismo pasa con el argumento de la igualdad. No necesito que mis hijos pase más tiempo en el colegio, lo que necesito es poder pasar yo más tiempo con ellos. Por lo tanto, aunque la perspectiva de la desigualdad me parece muy interesante y a tener en cuenta, tiene algunos aspectos, como he comentado, que hacen que siga dudando sobre el asunto. Tenemos un problema estructural con la conciliación en este país, y no puede ser solo la escuela la que lo aborde. Abrir los centros por la tarde con extraescolares gratuitas, actividades deportivas y apoyo psicológico y educativo me parece algo más interesante a explorar, una iniciativa que da cierta flexibilidad y que ya se está implantando en algunos pueblos y ciudades.
Plantear que todos los centros de una CCAA van a tener jornada partida me parece complicado sin responder a algunas preguntas importantes: ¿qué va a pasar con los niños/as las horas no lectivas?, ¿habrá actividades gratuitas?, ¿estas actividades serán diferentes o será refuerzo en el aula (como se hace en algunos lugares) y, por lo tanto, lo que tenemos al final es una jornada continua extra-larga?, ¿el comedor va a ser gratuito?…
Entonces ¿Qué decisión tomaría yo respecto a la jornada continua/partida?. Pues bien, en este aspecto, hasta que exista una evidencia más contundente, enriquecida con diversidad de enfoques metodológicos, creo que confiaría en la autonomía del centro, como hasta ahora. Cada centro tiene su propia dinámica y cultura escolar y para este tipo de decisiones es importante tener en cuenta la opinión de docentes, familias, e incluso alumnado (que siempre pasamos de ellos/as). Es cierto que esto ha dado problemas en algunos lugares. Sé de un caso en el que, tras la pandemia, las familias han querido plantear la jornada continua en un centro de jornada partida, y el centro no lo ha permitido (por el sistema de votación de mayorías que requiere el cambio). Por lo tanto, quizás sería interesante plantear y analizar el sistema de elección de este tipo de decisiones tan relevantes y explorar más mecanismos de participación. En este caso concreto, además, varias familias comentaban que veían resistencia del centro concertado a cambiar la jornada porque perdería el pago por la hora de antes de comer y por el propio comedor, ya que se quedarían menos niños. Y ahí es donde está uno de los principales problemas que encuentro en este debate. Coger un ámbito de investigación educativa sobre el que no hay consenso y reducirlo a un mensaje simple para, básicamente, querer defender un modelo de negocio con la conciliación familiar. Esto desvirtúa un debate interesante que debería estar planteado desde otras variables.
Así que, lamento no tener una postura clara respecto a este debate. Como investigadora lo que trato es de adoptar una postura prudente y flexible hasta que tengamos más información al respecto. Se necesita especialmente, una mirada pedagógica sobre el asunto, porque sinceramente, 5 horas seguidas sentada escuchando a gente hablar eso es algo que ni niños/as ni adultos soportamos. Pero, quizás, lo que necesitamos no es una escuela con jornada partida, sino una escuela flexible y dinámica, con recursos de todo tipo y actividades diversas. Y si lo logramos, el punto de partida desde el que analizamos este tema seguro que se transformará.