La historia suena como un grupo de Facebook:
«Señores que ganan las elecciones y modifican la Ley de Educación».
De esta no se escapa nadie. Evidentemente ha sido necesario hacer una serie de reformas para adaptar nuestro sistema escolar a las necesidades sociales actuales. Pero estos últimos meses la educación se está convirtiendo en un arma arrojadiza de políticos, que en la mayoría de casos ni han pisado un aula desde hace años.
Todos tenemos una ideología, pero independientemente de nuestras preferencias personales creo que alumnos, familias y docentes deberíamos gritar un claro ¡basta ya señores! basta ya de tratar un tema tan serio como si estuviéramos en el mercadillo y pensar que el que grite más alto va a vender más melocotones, basta ya de hablar de la escuela como si fuera un ente extraño, basta ya de desprestigiar a los profesores, a los alumnos, a las familias, a todo el mundo… ¡y pongamos soluciones!.
Nuestro sistema educativo necesita (exige) un consenso de mínimos. No se trata de que cada vez que un partido político entre a gobernar se modifique la ley educativa. Los profesores vemos caer leyes del cielo y nos quedamos con un «¿y ahora qué hago?» y normalmente lo que hacemos es intentar ver cómo respondemos a los documentos que legalmente se nos piden y en nuestra aula vamos haciendo lo que podemos.
Lo más gracioso de todo esto es que se considera que con redactar la ley parece que está todo hecho. Como pedagoga me he tenido que estudiar las leyes de educación una tras otra y me sorprendo siempre de leyes que en papel son estupendas y luego la aplicación práctica no tiene nada que ver. Es como el famoso tema de las competencias: competencia por allí, competencia por allá. Le dices a un profesor «¡alá! ¡a trabajar por competencias!» pero no le explicas cómo hacerlo, bueno, tu le fundamentas teóricamente lo bonito que es el tema de las competencias pero cuando el profesor está sólo en su clase de matemáticas no sabe por dónde coger el tema, en vez de constructores del conocimiento los docentes funcionamos en la mayoría de ocasiones como técnicos de mantenimiento, intentando solucionar los problemas que van surgiendo en el aula de la manera que mejor sabemos. La calidad de la enseñanza se deja en la buena voluntad de los docentes que quieren mejorar y eso no es justo para los alumnos, que son los que menos culpa tienen de todo.
Y digo yo: ¿no sería mejor invertir y dedicar tiempo en mejorar lo que fracasa de la ley actual que hacer otra nueva? si al final qué más da lo que esté escrito si no se sabe aplicar. Hagamos políticas para formar docentes, para que aprendamos nuevas metodologías, para que entendamos como podemos colaborar, para un uso didáctico de las TIC… eso sí que mejoraría la enseñanza. Centrar el debate en cosas importantes, más allá de si esta asignatura sí o esta no (que es importante pero no lo esencial).
Me da igual el partido que cada uno votemos, unámonos para crear unos mínimos y a partir de ahí mejorar, es cierto que es difícil porque la ideología implica distintas maneras de entender la educación pero intentémoslo, por el bien de nuestros alumnos, que no tienen la culpa. Experiencias como Purpos/ed nos permiten ver que hay profesores que estamos dispuestos a ello.
Ya ha empezado la guerra, ganar no se quien ganará pero espero que en el bando perdedor no esté quien normalmente acaba allí: la escuela.
Deberían dejarse ya el cachondeo este que se traen los políticos con las leyes de educación. Acaban volviéndonos locos, tanto a los alumnos como a los profesores. Como dice Malle, en vez de suprimir leyes y elaborar nuevas, que mejoren aquello que no funciona, pero que mantenga lo que está funcionando.
Si estamos en un estado democrático en el que el pueblo tiene voz ¿por qué no escuchan a los que integramos el sistema educativo?
Gracias por tu aportación Almudena, que futuros maestros como tu tengan esa visión es fantástico y es el primer paso para cambiar las cosas 🙂
Estoy contigo Almudena, las administraciones cambian las leyes según su interés. Yo pienso que deben de tener en cuenta la opinión y la experiencia de los que formamos parte del Sistema Educativo a la hora de idear las leyes educativas, que somos los que de verdad conocemos la situación.
"Todo para el pueblo pero sin el pueblo", te suena Almudena?jeje